Eva Rodríguez Renom
El abandono
«El abandono puede ser absolutamente delicioso o terriblemente doloroso. Visto en su vertiente negativa, el abandono se intensifica con una soledad amarga. Traicionado, desamparado, separado de un ser amado, la única compañía que resta es la de la pena, el miedo o la incertidumbre. Si se ha abandonado algo o alguna cosa, se mezclan la melancolía y los remordimientos. Esto tampoco es muy alegre. Por suerte el abandono tiene sus buenos momentos. Instantes de calma y de reposo. Uno se abandona al sueño, a la pereza, a la caricia del sol. Es también la hora exquisita de las confidencias. El momento para decir, con confianza, aquello que se lleva en el corazón».
Veronique Fleurquin
