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  • Foto del escritorEva Rodríguez Renom

¿Estás junto a una persona tóxica?

Ahí están, disfrazadas de compañeros de trabajo, de supuestos verdaderos amigos, de parejas entregadas y leales. En apariencia, difíciles de detectar, pero hay cada vez más: una de cada cien personas presentan rasgos psicopáticos, tóxicos.



Hay muchas características que describen a las personas tóxicas. Una de ellas es que siempre tienen la última palabra (lo has hecho bien, pero es demasiado tarde). Son egocéntricas por naturaleza. Hablan continuamente y en exceso de sí mismas y, cómo no, son el centro de atención. Otro rasgo llamativo es que para ellas siempre es el otro el responsable y el culpable de todo. Jamás reconocen que se hayan excedido, y si alguna vez lo hacen es porque el otro (tú) tienes la habilidad de potenciar lo peor de ellos.


En una relación tóxica siempre existe un tono constante de crítica y de tensión. Las personas tóxicas llegan incluso a que la duda se apodere de ellas mismas y piensan que quizás esos reproches y esos malos tonos son con razón. Son muy hábiles en dar la vuelta a cualquier asunto, y de esta forma no son ellas las que se comportan así contigo, sino que eres tú quien lo ha pensado mal.

La posición de víctima también es una condición sine qua non en las personas tóxicas. Les encanta ser víctimas para eliminar cualquier asomo de responsabilidad y cualquier análisis crítico de sus actos. Aunque pueden llegan a decir algo negativo sobre sí mismas, es para que reacciones con lástima; en definitiva, le dan la vuelta a su discurso y al final consiguen darte pena.


Otras frases que a menudo les escucharás decir son «así son las cosas», «no puedo hacer nada; soy así (y punto)». Las sueltan sin más, para evitar cualquier cambio, cualquier disculpa, cualquier posibilidad de tender puentes. Detrás de estas frases, que actúan como escudos, detrás de estas excusas, se esconden personas envidiosas, una envidia que los devora por dentro. Son unos meteculpas, unos profesionales de la herida y profundamente dependientes.

La persona tóxica busca la mejor manera de hacerte sentir mal, de manipularte emocionalmente y dejarte desencajado. Funciona como una máquina de destrucción. Poco a poco, torturándote como si de una gota malaya se tratara, te va llevando a su terreno y acabas siendo una presa perfecta de su sadismo.

De todos modos, al lado de una persona tóxica también hay una persona que permite ese trato. Si sabes que estás junto a alguien que no te trata bien y no puedes (quieres) dejarla —salir de este círculo tan dañino no resulta nada sencillo—, quizás te tendrías que preguntar: ¿cuáles son los motivos que me han llevado a escoger a esta persona, este tipo de vínculo, de relación, y no otra? ¿Qué es lo que me impide dejarla? ¿Por qué razón inicio (y mantengo) este tipo de relaciones altamente perjudiciales?

Decir no al miedo es el primer paso. El segundo tienes que darlo tú.

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