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Terapias combinadas para una Vida Plena
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Este lunes, 5 de mayo de 2025, Vida Plena crece y se expande para brindar un mejor servicio a las personas que nos consultan. Un nuevo espacio multiusos, que puede servir como escenario de sesiones de psicoterapia y Leibterapia, y también acoger grupos de meditación zen, viene a sumarse a las dos consultas ya existentes desde el año 2018.


Se trata de un espacio amplio y luminoso, de unos 50 metros cuadrados, cálido y acogedor, para que las personas que confían en nosotras se sientan aun más cómodas durante sus visitas.


Este nuevo recinto, además de acoger sesiones individuales o de pareja de quienes solicitan psicoterapia o psicoanálisis, recibirá a quienes forman parte de los grupos de meditación zen. En la actualidad, se trata del grupo que coordina Eva Rodríguez Renom, y que tiene lugar los jueves de 8:00 a 9:00.


Nuevo espacio multiusos en Vida Plena.
Una vista del nuevo espacio multiusos de Vida Plena.

  • Foto del escritor: Eva Rodríguez Renom
    Eva Rodríguez Renom

Lo roto
Cuando las cosas se rompen

Hay momentos en los que por más amor, paciencia o entrega que pongamos, las cosas simplemente se rompen. Insistir puede ser más doloroso que aceptar. En esta entrada, te invitamos a reflexionar sobre la importancia de dejar ir desde el amor, respetando tanto tu proceso como el de las demás personas. Sanar no es olvidar ni negar; es abrazar lo que fue, aprender de ello y caminar hacia lo que está por venir, aunque duela.


Cuando las cosas se rompen, no te esfuerces en querer pegarlas si sólo eres tú quien lo intenta. El amor, el respeto y el compromiso son caminos de ida y vuelta; no basta con que una solo quiera sostener lo que ya se ha roto. A veces las cosas suceden por alguna razón que ahora no comprendes, pero que más adelante tendrá sentido en tu vida.


No insistas en salvar ni cuidar a quien no desea ser cuidado ni amado. No puedes llenar un corazón que no se abre, ni sanar heridas que no quieren ser vistas. Aprender a respetar los procesos ajenos es también un acto de respeto hacia ti misma.


No renuncies a lo que eres por quien eligió seguir otro camino. Quien se aleja, elige su propio aprendizaje, su propio deseo, y eso no significa que tú debas perderte a ti misma en su partida.


No hieras tu alma intentando una vez más, a cambio de nada, cuando ya se ha ido todo lo que había. Aprende a soltar, aunque duela, aunque cada paso hacia adelante se sienta como caminar en contra del viento.


Acepta lo que es, en estos momentos, y avanza a tu propio ritmo. No es sencillo, es cierto; habrá días duros, de nostalgia y de silencio. Pero también habrá amaneceres nuevos, pequeños brotes de esperanza. Se trata, poco a poco, de elaborar el duelo, de reparar las grietas internas, de reconstruirte desde el amor propio y seguir caminando.


A veces sanar es un trabajo diario, pequeño y silencioso. Pero cada paso, cada pequeño acto de cuidado hacia ti misma, cuenta.


La otra persona, como tú, está en su proceso y quizás más adelante podáis encontraros de nuevo o quizás vuestros caminos ya serán muy distintos y no será posible este encuentro.


La vida nos enseña tanto… Nos invita, a veces de forma dolorosa, a crecer, a comprender que todo tiene su tiempo y su propósito. La vida es un aprendizaje constante, una escuela de paciencia, de resiliencia y de amor.


Cada uno de nosotras escoge lo que cree que es mejor para su propio bienestar. Y aunque no siempre podamos evitar el dolor, sí podemos aprender a vivir sin aferrarnos a él, sin hacer de las heridas nuestro hogar.


Y por encima de todo ello te recomiendo, que te equivoques de estación, que camines sin brújula, que desordenes tus pensamientos, que transformes tus recuerdos, que dibujes nuevos sueños, que bailes desnuda, que sientas de nuevo y que vivas sin miedo.


Recuerda: No todo lo que duele debe ser reparado. A veces, es muy conveniente y necesario que sea liberado.




La pareja se ha convertido ya en una institución, como también pueden serlo el matrimonio o la familia. Se trata de construcciones culturales solidificadas a lo largo de milenios, por lo que ya casi nadie las critica o cuestiona. Aunque resulte muy necesario hacerlo.


Lo más normal, cuando entras en una reunión social con una persona acompañante a la que los otros no conocen, es que se pregunten o directamente te pregunten: «¿Sois amigos o pareja?». La pregunta misma lleva implícita la ideología que la sustenta: si te acompaña alguien, esa compañía sólo puede tener dos coloraciones: la de la amistad o la del amor de pareja. No hay una tercera, hasta que medie una aclaración.


Una pareja yace abrazada sobre la cama.
¿Por qué no encuentro pareja?

Así las cosas, estar en pareja ha pasado de ser una posibilidad a convertirse en una obligación. Hasta el punto de que muchas personas que no están en pareja, cuando se refieren a su situación, dicen estar solas. Es decir, que si no tengo una pareja estoy abocada a la soledad, como si los otros vínculos sociales resultaran insuficientes, superfluos, de inferior categoría, comparados con el estar en pareja. La pregunta se abre paso cada vez con más frecuencia en la consulta: ¿por qué no encuentro pareja?


Y una pareja, cómo no, es algo que se encuentra, según la creencia de la mayoría. Como quien va caminando y de repente se encuentra algún objeto, inopinadamente. Luego, si la pareja es algo que debo encontrar, sólo podré hacerlo si tengo suerte. La pareja, así, deviene un producto del azar.


Encontrar pareja, sin embargo, es apenas una opción, y nunca fruto de la buena fortuna (viendo y escuchando lo que nos cuentan las personas que nos consultan, más bien parece el resultado de la mala suerte…). Estar con alguien en una relación amorosa, afectiva y sexual es un trabajo, en el sentido de que un vínculo de pareja es algo en construcción. ¿Y hasta cuándo hay que construir? Siempre, diariamente, en lo cotidiano y en lo extraordinario también.


Construir un espacio entre una y otra parte de las dos que forman la pareja. Ese terreno intermediario debe ser el lugar donde se procesan los asuntos de la pareja, un espacio abierto y seguro para poder comunicarnos con sinceridad, para poder expresar los afectos, los desajustes, las alegrías, las penas, los miedos, los anhelos, donde extender las líneas maestras de la pareja como proyecto común entre las dos partes que conforman el todo.


¿Por qué no encuentras pareja? Porque las parejas no se encuentran, sino que se construyen. Y, para empezar a trabajar en esa construcción, los dos yoes deben quedar cada vez más a un costado.

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