Cada vez que decimos «yo» nos situamos en el punto más alejado con respecto a nosotros mismos. «Yo» es máscara, carácter, defensa e ignorancia (y la lista no pretende ser exhaustiva).
El éxito de ventas de los libros de autoayuda estriba en que nadie soporta verse a sí mismo con limitaciones. Si me puedo ayudar a mí mismo, ¿para qué contar con algún otro?
Así, muchas personas prefieren ir con los ojos tapados antes que pedir que alguien les eche un cable.
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