Una persona comete un horrible crimen y la noticia se conoce a través de los medios de comunicación de masas. De inmediato se recaban opiniones entre las vecinas, quienes sin excepción hablan del criminal como «alguien normal», dado a la buena convivencia. ¿Por qué un día cualquiera alguien normal comete un acto de violencia semejante? La respuesta resulta inquietante: porque los límites entre la (supuesta) normalidad psíquica y lo que (supuestamente) no lo es no están tan claros como nos gustaría. Los mecanismos que hacen posible que realicemos tareas sencillas y cotidianas como podrían ser estudiar, cruzar la calle, atraer la atención de alguien, escribir un poema o desarrollar una fórmula química, son los mismos que actúan en la neurosis obsesiva, la fobia, la histeria o las psicosis. Pretender ser «normal» a menudo esconde el temor a poder ser como querríamos ser.
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