Una persona está ocupada y preocupada porque la vida pasa y sigue sin encontrar una pareja que la haga feliz. Un día decide compartir esa vida con otra persona, pero no para tomar de la otra aquello que necesita para vivir mejor, sino para pedirle que sea como él/ella quiere. Con el tiempo, nuestra persona comienza a estar ocupada y preocupada porque cree que la vida pasa y no puede seguir adelante con esa pareja con la que ya no se siente feliz. La pareja (no) trae la felicidad de una manera automática. Cambiar la infelicidad de la soledad por la infelicidad de la pareja es no cambiar nada.
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Una persona se ocupa de un trabajo alienado durante 40 horas, de lunes a viernes; a esto suma un par de horas de viaje entre ida y vuelta, lo que da 50 horas semanales; entonces llega el fin de semana, cuando esa persona dice que se puede dedicar «a hacer mi vida», y es cuando lee la sección Tendencias de un diario de gran circulación o se compra la Guía del ocio... para que otros le digan cómo vivir esa vida tan suya.
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