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Foto del escritorFabián Ortiz

Este artículo, la 'cara Instagram', fue publicado originalmente en el diario Público, firmado por su colaboradora Barbijaputa. Lo reproducimos porque estamos convencidas de que te resultará de gran interés.


En el año 2019, Jia Tolentino, redactora de The New Yorker, explicó el término «Instagram Face» (cara Instagram) en uno de sus artículos. Tolentino señaló lo que todas veíamos en nuestras redes sociales, especialmente en Instagram: una tendencia al alza vertiginosa en la que las mujeres acababan con sus caras retocadas de la misma manera con las mismas toxinas y ácidos (bótox, ácido hialurónico, etc.), obteniendo como resultado el mismo rostro ciborgiano, robótico, podríamos decir incluso posthumano. Tolentino añadía entonces: «(La cara Instagram) es un rostro joven, por supuesto, con piel sin poros y pómulos altos y regordetes. Tiene ojos de gata y pestañas largas y caricaturescas, nariz pequeña y pulcra y labios carnosos y exuberantes».


La 'cara Instagram'
La 'cara Instagram'

Solo dos años después de ese artículo, los números nos dieron dolor de barriga: en 2021, en España, la edad media de las mujeres que se inyectan botox ya no es de 35 años, sino de 20. La industria no tiene suficiente dinero de aquellas mujeres a las que han aterrorizado con su aspecto, a las que han hecho odiar su propio cuerpo, así que tenían que ir a por las más jóvenes. Pero, ¿cómo le vendes inyecciones a chicas de 20 años si sus pieles no necesitan absolutamente nada? Ni sus labios se han ido adelgazando con los años, ni hay arrugas ni las va a haber en muchos años... ¿cómo se les puede sacar el dinero a estas chicas? Con más miedo, con más odio hacia ellas mismas. La industria ya no necesita hacer que las mujeres nos odiemos en el presente, pueden conseguir que nos odiemos en el futuro, en lo que nos vamos a convertir. El mensaje es claro, no se esconden: Pínchate botox ahora para que la cara no se te mueva y las arrugas de expresión tarden más en salir. Mete toxinas y ácidos en tu piel para impedir que se mueva, que tengas expresiones humanas. Si los músculos de tu cara no se mueven, si dejas en coma a tu cara, ¿cómo van a salirte arrugas de expresión? Si no te expresas, no hay marcas de que te hayas expresado. Porque, ¿qué hay peor que una cara con marcas de haber vivido? Nada, especialmente cuando eres una mujer, claro.


La industria también lo intenta con los hombres, y llega a convencer a algunos, pero no hace falta decir que son una minoría, y lo van a seguir siendo, como siempre ocurre con todo aquello que va de maltratarse, de someterse a lo-que-sea por mantener un aspecto lo más parecido posible al dictado de la moda del momento. Modas cambiantes que dejan víctimas tras de sí, claro.


Las alarmas deberían haber sonado hace muchos años, pero el drama es que no saltan ni ahora, con los datos que se barajan. Una vez más, se ha normalizado la violencia estética que sufrimos las niñas y mujeres a través de todo tipo de contenidos. El gigante de la industria estética, aliado con redes sociales como Instagram, es el peor enemigo del sexo femenino. Han conseguido que una mancha solar en la cara de cualquier mujer nos resalte ahora como si fuera de neón. Nos han remodelado el cerebro para que tengamos lupas en los ojos para las imperfecciones, una lupa con muchos más aumentos que la que solíamos tener. Tolentino, lo explica bien «Instagram, que se lanzó cuando la década estaba empezando, en octubre de 2010, tiene su propio lenguaje estético: la imagen ideal es siempre la que aparece instantáneamente en la pantalla de un teléfono». La industria de lo estético invierte en redes como Instagram las millonadas necesarias para que se nos muestren constantemente caras y cuerpos de mujeres que o bien ya han pasado por inyecciones y quirófanos, o bien hacen un uso lucrativo de los filtros de Instagram para parecer más jóvenes, más bellas (concepto estipulado por el propio Instagram) e incluso más sanas. Muy a menudo, mucho, lo que vemos en Instagram es ambas a la vez: mujeres que ya alteraron su apariencia y además usan filtros. Algunas se ganan la vida así, vendiendo su imagen prefabricada y decidida por la industria a través de las redes sociales, sacan algo por el sacrificio. La inmensa mayoría de niñas, adolescentes y mujeres no ganan nada, solo pierden: dinero, tiempo y una autopercepción sana. Perdemos en salud mental, perdemos en calidad de vida, perdemos nuestros ahorros y además el tiempo que no tenemos.


No sé dónde acabará esta pendiente cada vez más inclinada y resbaladiza, es imposible adivinarlo. No creo que nadie fuera capaz de vaticinar hace tan solo 10 años que las chicas de 20 iban a estar haciendo cola para inyectarse botox... lo que sí es seguro es que cuesta mucho ser optimista. Ni el auge del feminismo ni la época que vivimos ahora (con el mayor número de mujeres en la historia siendo conscientes de nuestra opresión) han conseguido ser ni un pequeño obstáculo en esta maquinaria despiadada que nos devora y empuja lo que queda de nosotras hacia una homogeneización estética. Porque si estamos depresivas, ansiosas, estresadas, irascibles, con trastornos de alimentación y desprecio por nosotras mismas... es lo de menos. Lo importante es cómo luces para el ojo ajeno, ese que te mira un segundo, te juzga por no ponerte botox (o por ponértelo) y te olvida tan pronto como pasa al siguiente post.


Barbijaputa (es el seudónimo de la articulista del periódico Público).

Foto del escritorEva Rodríguez Renom

Vivir, como sabemos, es una tarea para la cual no disponemos de un manual de instrucciones. No sé qué hacer con mi vida es una frase que aparece de manera frecuente en la consulta. No hay un abordaje rápido, como tampoco una respuesta fácil, y depende del caso por caso.


Entre las razones y los síntomas más habituales que escuchamos los terapeutas cuando alguien está inmerso en una crisis existencial destacamos los siguientes:

  • Estoy cansado de vivir en piloto automático o como si fuese un hámster dentro de la jaula, girando sin parar.

  • No sé qué carrera escoger o qué hacer cuando termine la que estoy cursando.

  • No sé si aceptar ese trabajo o seguir con el que tengo.

  • Llevo diez años dedicándome a algo que no me gusta.

  • No sé qué hacer profesionalmente para que realmente me llene.

  • Me siento perdido, triste y vacío, sin razón aparente.

  • No hay nada que me haga ilusión.

  • Necesito un cambio, pero no sé por dónde empezar.

  • Cada vez más a menudo siento frustración y estoy muy irascible.

  • No entiendo por qué sigo con mi pareja.


Lo interesante, sin embargo, es que cuando te planteas que no sabes qué hacer con tu vida, aunque esto se presente de la mano de un malestar difícil de soportar, es significativamente bueno. Supone un paso valiente darle un sentido, un significado y un propósito a tu existencia.

Además, hay algo que empieza a moverse, aunque no tengas ni idea de cómo hacerlo. Lo cierto es que muchas veces solos no podemos, y necesitamos ayuda para zarpar hacia un nuevo rumbo vital. Esta ayuda, orientación, acompañamiento o guía pueden servirte para que empieces a preguntarte acerca de cómo piensas, qué haces, cómo lo haces, para qué lo haces, qué es lo que te supone, qué te resta, etc.


A lo largo de este camino aparecen tus creencias, tu ideología, tus supuestas limitaciones, las frases aprendidas que repites como un mantra. Aparecen, incluso, tus malestares, tus heridas sin restañar, los miedos y las preocupaciones que te llevan al bloqueo, a esas relaciones personales y familiares tan dañinas...


El origen, como vemos, es complejo y profundo. Has vivido durante mucho tiempo de manera poco consciente y has perdido el contacto con quién eres realmente y con tus verdaderos deseos, sepultados por un montón de ideas sobre quién deberías ser y qué deberías querer.


Si te sientes identificado con algo de lo que has leído, te animo a que te tomes en serio para descubrir qué hacer con tu vida. No será mágico ni inmediato. Se trata de un proceso que lleva tiempo y durante el cual vivirás emociones como si montaras en una montaña rusa, pero vale la pena que al menos lo intentes y empieces a plantearte una nueva manera de vivir. ¿No crees?

No sé qué hacer con mi vida
No sé qué hacer con mi vida





¡Estamos de estreno en el canal de Vida Plena en YouTube! En esta segunda temporada del podcast Vivir es fácil (con los ojos cerrados) no sólo cambiamos el fondo musical, sino también los contenidos: la relación de pareja será la protagonista en exclusiva de una larga serie de episodios.


De la mano de Fabián Ortiz, psicoanalista y terapeuta integral de Vida Plena, nos adentraremos en lo que unos humoristas, allá por los años 1990, designaron como «el apasionante mundo de la pareja». Algunas de las temáticas que abordaremos tendrán que ver con la creencia de que todo ser humano necesita una pareja, con las personas que acumulan vínculos amorosos de pareja como si fueran una sustancia de consumo, de su dependencia emocional, las infidelidades, las relaciones que se alargan en el tiempo aun cuando no funcionan para ninguno de los dos, el sadismo y el masoquismo en la pareja, el ghosting, la mitología amorosa... y muchas otras.


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¡Nos vemos en YouTube!


Una pareja une sus manos sobre la cama
La relación de pareja protagoniza la segunda temporada del podcast

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