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  • Foto del escritorEva Rodríguez Renom

¡Ha nacido Vida Plena en YouTube! Desde este momento abrimos una nueva vía de comunicación contigo, para que conozcas más sobre tus procesos emocionales y psicológicos, así como también nuestra oferta de servicios de psicoterapia, psicoanálisis, terapias combinadas, iniciación al Zen, conciencia clara y otros.


Imagen de portada del pódcast 'Vivir es fácil (con los ojos cerrados)', del canal de Vida Plena en YouTube
Imagen de portada del pódcast 'Vivir es fácil (con los ojos cerrados)', del canal de Vida Plena en YouTube

De momento, en nuestro nuevo canal en YouTube encontrarás vídeos, shorts y un par de pódcasts. El primero de ellos, titulado Vivir es fácil (con los ojos cerrados), te explicaremos cómo funciona tu mente en asuntos relacionados con la pareja, el narcisismo, el dinero, cómo elegir una terapia y muchos otros temas. El otro pódcast se titula Meditación, mindfulness, conciencia clara, y en él trabajamos aspectos derivados del Zen, para que puedas comprender de qué hablamos cuando nos referimos a estar en el instante presente, calmar la mente y observar tus emociones.


El psicoanalista y terapeuta integral de Vida Plena, Fabián Ortiz, se encarga de hacerte llegar estos contenidos, que se irán renovando con una frecuencia semanal. ¡Suscríbete al canal y no te pierdas nada para poder vivir una Vida Plena!

Una persona se ocupa de un trabajo alienado durante 40 horas, de lunes a viernes; a esto suma un par de horas de viaje entre ida y vuelta, lo que da 50 horas semanales; entonces llega el fin de semana, cuando esa persona dice que se puede dedicar «a hacer mi vida», y es cuando lee la sección Tendencias de un diario de gran circulación o se compra la Guía del ocio... para que otros le digan cómo vivir esa vida tan suya.


Un carril para bicicletas
Tiempo de ocio


La actriz Mia Goth, en un cartel promocional de la película 'Nymphomaniac', de Lars von Trier
Y tú, ¿cómo te masturbas?

A estas alturas de la vida humana, es menos disruptiva la pregunta sobre cuáles son tus maneras privilegiadas de masturbarte que, por ejemplo, saber cuánto ganas, cuánto ahorras (si es que puedes) o en qué te gastas el dinero. Hay más represión en torno al dinero que en lo que tiene que ver con la sexualidad genital. O en torno a los afectos, que solemos barrer debajo de la alfombra, no sea que tengamos que comprometernos con alguien o con algo. Por lo tanto, ya casi nadie se asusta, se sorprende y mucho menos se escandaliza ante la pregunta «y tú, ¿cómo te masturbas?».


Sin embargo, la pregunta no requiere ya de una respuesta de tu parte, porque todo el mundo, todes, nos masturbamos con el porno como vehículo. Y no se trata de que veas porno mientras te haces una paja, no; eso ya no es siquiera necesario, aunque son millones las personas que se conectan a una página web de pornografía para encontrar la excitación que tal vez les lleve hasta un orgasmo. El porno, querides niñes, está en todas partes: publicidad, videoclips musicales, medios de comunicación, Insta, WhatsApp, Tik Tok o cualquier otra red social o plataforma que utilices aunque sea para consultar cómo cocinar un centollo. Y, lo que es peor, también está en cada una de nosotras, como ideología imperante (y casi siempre inconsciente) y mediatizadora de nuestros actos.


Aunque no estés viendo porno, el porno ya forma parte de ti. Es, por buscar un símil que esté al alcance de la mano, como el teléfono móvil: puede que no seas consciente de dónde está, pero sabes que anda cerca. Y así, aunque no en el bolsillo del pantalón ni en el bolso de mano, el porno te acompaña a todas partes. Porque el porno es una ideología (además de una industria multimillonaria, con todo lo que ello acarrea en cuanto a dejarse por el camino toneladas de derechos de las personas), es omnipresente y nos atraviesa aunque no sepamos que lo hace. Y aquí radica el peor de los problemas que acarrea: que ahí, en nuestro inconsciente, el porno modela, da forma (y deforma), determina nuestras maneras de pensar la sexualidad y establece una única manera de follar. Esta manera es falocéntrica, agresiva y unidireccional: en el centro del placer aparece como destinatario el hombre, que puede ejercer cualquier tipo de violencia contra la otra parte (las mujeres y niñas), y colorín colorado este cuento… no se ha acabado. Ese porno que no ves, que acaso nunca hayas visto, vive en ti. Y es también con ese porno que mantienes en tu interior como un alien, con el que te acabas masturbando.


Tú te crees que eliges, pero el sistema de sexogénero ya ha elegido por ti. Como cuando vas a comprar ropa o zapatos, y resulta que crees que estás escogiendo libremente, pero en realidad sólo puedes quedarte con aquello que te ha sido ofrecido, nunca por fuera de ese marco. Y esa elección opera en tu contra, mujer, y en contra de todes como reproductora de la ideología heteropatriarcal imperante.

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