La relación con un animal puede ser terapéutica en un cierto nivel.
El padre del psicoanálisis Sigmund Freud fue un gran amante de los animales e incluso atendía en su consultorio en presencia de sus perros. Freud, apreció el efecto tranquilizador de su perra Jofie durante las sesiones con algunos pacientes.
Entre los beneficios de la terapia asistida con animales (TAA) se destacan los obtenidos en terapias con perros y gatos en pacientes geriátricos diagnosticados de Alzheimer, depresión, ansiedad, fobias, como también la mejora psicológica y funcional de personas en riesgo de exclusión social. Los pacientes institucionalizados con demencia y trastornos del estado de ánimo mejoran su sociabilidad y reducen los síntomas ansioso-depresivos ante la incorporación de animales en las residencias geriátricas. También se documentan beneficios en el tratamiento de adultos en pacientes con drogodependencias y problemas de control de la agresividad (Riedruejo, 2006).
Incorporar animales en la consulta resulta terapéutica para algunas personas que tienen dificultades en la interacción social, el establecimiento de vínculos afectivos y la regulación emocional.
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