Este lunes, 5 de mayo de 2025, Vida Plena crece y se expande para brindar un mejor servicio a las personas que nos consultan. Un nuevo espacio multiusos, que puede servir como escenario de sesiones de psicoterapia y Leibterapia, y también acoger grupos de meditación zen, viene a sumarse a las dos consultas ya existentes desde el año 2018.
Se trata de un espacio amplio y luminoso, de unos 50 metros cuadrados, cálido y acogedor, para que las personas que confían en nosotras se sientan aún más cómodas durante sus visitas.
Este nuevo recinto, además de acoger sesiones individuales o de pareja de quienes solicitan psicoterapia o psicoanálisis, recibirá a quienes forman parte de los grupos de meditación zen. En la actualidad, se trata del grupo que coordina Eva Rodríguez Renom, y que tiene lugar los jueves de 8:00 a 9:00.
Sala de meditación
Una vista del nuevo espacio multiusos de Vida Plena.
En un reportaje titulado «Gente tóxica: un mantra social sin base científica para echar balones fuera», publicado en la sección Psicología del diario El Paísel 23 de noviembre, el psicoanalista y terapeuta integral de Vida Plena, Fabián Ortiz, fue invitado a opinar sobre la marcada y creciente tendencia a atribuir toxicidad a las personas. En el artículo, que recoge la opinión de otras profesionales del mundo psi, Fabián sostiene que no hay que «olvidar que el problema ocurre en el ámbito relacional y no procede de algo ontológico que se da en determinadas personas».
La transferencia es un arma. La afirmación obliga a que nos detengamos en este punto. Y vamos a repetirlo: la transferencia es un arma. La segunda parte de la sentencia podría ser esta: por eso mismo es necesario saber para qué sirve pero, sobre todo, a quién sirve más y mejor.
Sobre los peligros de la transferencia
La práctica, sin embargo, demuestra una y otra vez (miles, millones de veces) que la transferencia suele ser llevada más allá de esa idea que la pone al servicio de un mejor viaje analítico. Un analista que dude, que se angustie, que no sepa qué decirle al analizante durante un periodo sostenido en el tiempo de la terapia, un analista que aspire a mantener y/o tema perder su lugar elevado en la siempre asimétrica relación terapéutica, ¿dónde hallará sosiego, apuntalamiento y aparente seguridad, sino mediante el uso desviado de la transferencia? Como es obvio, ahí donde decimos uso podríamos y acaso deberíamos decir abuso. Porque la transferencia es un arma… a condición de que no la usemos para otra cosa que la buena dirección de la cura. Dicho de otro modo, que la usemos con el único fin de favorecer el análisis de la persona que consulta y, con ello, el bienestar que se derive del buen curso de dicho análisis.
Son varios los textos en los que Freud advirtió sobre los peligros que implica que un psicoanalista no haya analizado sus propios complejos antes de ponerse a trabajar con los de sus analizantes. Así como son bastantes las ocasiones en que desaconsejó que el analista se proponga ocupar el lugar de un modelo, un mentor, un profeta o un ejemplo de algo para las personas que atiende. Pero la tentación debe ser enorme, ya que una y otra vez sabemos de analistas que hacen abuso de la transferencia, por motivos tan variopintos como variadas somos las personas que ejercemos esta labor terapéutica. En general, el narcisismo del terapeuta suele ocupar el sitial de los motivos para tal abuso.
La transferencia es un arma, reza el comienzo de la frase… a condición de que no la usemos para otra cosa que el buen desarrollo del análisis. Es más importante la subordinada que el enunciado inicial. Es necesario tenerlo presente, estemos del lado que estemos del diván.