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  • Foto del escritorFabián Ortiz

Abrir el psicoanálisis

El prefijo psi proviene del alfabeto griego. El vocablo ψύχω (psycho) significa «aire frío», y desde esta idea, la de aire, devienen soplo, hálito y, en definitiva, la noción del aliento vital indispensable para nuestra existencia. Luego, la suma de psico + análisis llevaría a una definición próxima al «estudio del alma o del espíritu». Mediante el psicoanálisis, por tanto, ayudamos a las personas a comprender mejor los procesos mentales que las atraviesan, para poder tomar las decisiones que les permitan vivir la vida que desean.

Pero el psiquismo (la mente) no es una entidad etérea, sino que tiene una base somática. El cuerpo que también somos es una fuente constante de estímulos, de los que nos hacemos conscientes cuando esas sensaciones se alían con las palabras. Por lo tanto, así como es muy útil una terapia hablada para desenmarañar el jardín de nuestros pensamientos, resulta indispensable tener en cuenta también los procesos corporales, que a menudo actúan como bloqueos u obstáculos que dificultan y hasta imposibilitan el buen curso de una psicoterapia.


La combinación del psicoanálisis con otras terapias o prácticas corporales abre nuevas vías de conocimiento para la persona que consulta. Esa apertura, en la mayoría de los casos, contribuye a remover bloqueos o dificultades emocionales con arraigo en lo biológico, que es, no cabe duda, soporte de procesos energéticos. Dicho más sencillo: el cuerpo carnal es el contenedor de nuestra historia afectiva, y a veces se hace necesario remover ciertas adherencias para que la energía vital circule de nuevo libremente. Tocar el cuerpo posibilita abrir un nuevo flujo de palabras con las que trabajar en el diván. En eso consiste esta apertura.


Abrir el psicoanálisis

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