top of page
Terapias combinadas para una Vida Plena
Buscar

El pasado forma parte de la historia personal y colectiva, y pensar en el futuro sirve para planificar aquello que todavía no ha llegado.


Lo que puede llegar a enfermar y a entorpecer el crecimiento es refugiarnos en el pasado o en el futuro de manera continuada:

  • estar anclados en el pasado, recordando lo que fuimos, lo que teníamos, lo que hubiéramos hecho si…

  • pensar en el futuro, anticipándonos a lo que pudiera pasar si perdemos el trabajo, alguien a quien amamos, si nos enfermamos, etc.

El principal problema que aqueja a muchas personas es la dificultad, cuando no la incapacidad, para vivir en el presente. Un proverbio zen afirma: «Cuando camines, camina. Cuando comas, come». A primera vista puede parecer sencillo, pero vivir el instante presente requiere de un trabajo. Vivimos nuestro día a día ocupando la mente con cuestiones que relegan el presente a un segundo plano.


El presente nos invita a valorar, a agradecer, a aceptar, a vivir de una forma plena, a calmar la mente, a abrirnos a las sensaciones que experimentamos, a lo que nos gusta, a lo que nos duele.


Vivir en el presente es una buena forma de empezar a vivir. No solo significa dejar de pensar en el pasado o en el futuro, sino también aprender a disfrutar del aquí y ahora, a ser plenamente conscientes.


Si somos capaces de anclarnos interiormente en el momento presente seremos capaces de liberarnos del pasado, como también de sentirnos libres proyectando nuestro futuro, pero sin tanta angustia.


¡Cuántas veces sentimos miedo por aquello que nuestra mente apenas se imagina!

El miedo devasta las conciencias, desequilibra interna y externamente e incita a crear más miedo. El miedo paraliza y nos vuelve fácilmente manipulables. El miedo hace que entremos en pánico y adoptemos actitudes irracionales.


Aprovechemos el momento presente para aceptar que la Vida fluye a través de nosotros, para descubrir quiénes somos, cómo actuamos y desde dónde.


Aprovechemos para prestar atención a nuestros pensamientos y a cuestionarnos por qué pensamos como pensamos, por qué hacemos lo que hacemos, qué es lo que se está poniendo en juego a nivel interno y externo, y entre otros muchos aspectos, a aceptar que no podemos controlar lo impredecible.




Bello atardecer
Vivir el instante presente




El camino que cada uno de nosotros transita hacia su espiritualidad natural (una espiritualidad laica, no necesariamente religiosa) tiene diferentes formas de expresión. Una de esas formas se manifiesta en las pequeñas cosas de nuestra vida cotidiana.


Aunque cada uno ve la realidad y piensa que lo que ve es compartido por los otros, esa interpretación es siempre subjetiva. Observar, compartir y estar de verdad son acciones que deben ser aprendidas.


El monólogo interno es uno de los principales obstáculos. ¿Cómo me hablo? ¿Es un monólogo productivo o improductivo? ¿Es necesario o innecesario? ¿Qué palabras repito? ¿Cómo estoy alimentando mi vida? ¿Cuánto tiempo paso pensando en tonterías?


En la meditación —otra vía hacia la espiritualidad natural— trabajamos todo esto y mucho más. Es un gesto de humildad hacia nosotros y un primer paso para posicionarnos en el buen lugar. Cuando meditamos, la sentada no se acaba cuando finaliza la meditación, sino que continúa en todos aquellos actos cotidianos, como caminar, comer, trabajar, etc.


Sentarse a meditar no implica una actitud pasiva o un placer de evadirnos, sino que requiere de una actitud receptiva y permitir que algo profundo emerja. Cuando meditamos la realidad nos atrapa. Gracias a esto podemos situarnos y volver a ese punto de humildad. Un cúmulo de sensaciones nos salen al paso, en la forma de molestias corporales, tensiones y, cómo no, un gran número de pensamientos.


Observar el pensamiento es un trabajo. El ejercicio consiste en situarnos en el buen lugar para evitar que la rumiación mental nos atrape. Si somos capaces de observar el flujo de pensamientos, percibiremos un gran cambio. Dejamos de identificarnos con ellos y generamos un espacio entre esas ideas y nosotros. Y en ese espacio surgen opciones: lo digo o no lo digo, lo expreso o no lo expreso. Existe ese pequeño margen de libertad.


Por eso es muy importante estar atentos a esas representaciones internas. Los pensamientos van generando una forma de estar. No hay algo bueno o algo malo. Somos todo a la vez. De ese cúmulo de sensaciones e ideas brota lo que somos. La primera regla es dejar pasar los pensamientos como si viésemos pasar las nubes, sin oponerles resistencia ni tampoco detenerse en ellos.


La respuesta, sea la que sea, la encuentro dentro de mí. Dejo que aparezca y la acojo una vez descubierta. Dejo que se exprese, sin intentar cambiar nada, sin querer controlarla, la vivo. Me abro a aquello que surge y escucho sin juicio lo que acontezca. En ese esperar, en ese no hacer, lo adecuado emerge por sí mismo. Por ello, cuando me siento a meditar, medito.


Vivir la espiritualidad es abrirse al mundo de las sensaciones, de los sentidos, de estar plenamente en el instante presente, del goce de lo auténtico, de dejarse ser, respirar y vivir. Así de simple, así de complejo.



Vivir la espiritualidad natural
Vivir la espiritualidad natural

Hemos de aprender a simplificar, a soltar la maraña de pensamientos que nos atrapa y fluir en la quietud de cada sentada.


Cuando te sientas a meditar, siéntate. Así de simple. Como el río que fluye sin esfuerzo, deja que tu mente se aquiete y tu corazón respire. Haz de ello un ritual, un regreso al silencio que siempre ha estado dentro de ti.


La respuesta no se encuentra afuera; florece en tu interior. Permite que emerja como una hoja en el agua, ligera y sin prisa. Acógela sin intentar moldearla, sin controlar su curso. Vívela, obsérvala, sé testigo.


Escucha lo que surge: pensamientos, emociones, recuerdos. Cada uno tiene su lugar, cada uno pasa como nubes en el cielo. Sin juicio, sin aferrarte, solo observa.


En ese espacio de espera y de no-hacer, lo adecuado surge por sí mismo. Como el amanecer que rompe la noche o la brisa que mueve suavemente los árboles, la vida revela su ritmo y su sabiduría cuando aprendemos a estar presentes.



Fluir en la quietud
Fluir en la quietud

Suscríbete a nuestro blog

¡Gracias!

  • Youtube
  • Whatsapp
  • Icono negro LinkedIn
  • Instagram

             Psicoterapeutas | Psicoanalistas | Terapeutas integrales

  Psicóloga en Barcelona 

© 2025  Vida Plena |

bottom of page