Supongamos que estás triste, pero de pronto lees o escuchas algo que te hace reír.
O supongamos que estás en un atasco de tránsito, impaciente y preocupada porque llegarás tarde a una cita, cuando te llama por teléfono una amiga y de inmediato te alegra.
Son dos ejemplos cotidianos de cambios de humor, de estado anímico.
Date cuenta de que retirar la atención de lo que te hace mal, lo que te daña, y ponerla en otra cosa es suficiente para cambiar tu estado mental.
Observa lo rápido que pueden pasar esas nubes que son los estados mentales.
Se trata de verdaderos destellos de libertad.
Pero no hace falta que tengas una distracción agradable para cambiar tus estados de ánimo. Observar con atención los sentimientos negativos sin juzgarlos ni oponer resistencia es suficiente para que desaparezcan.
¿Qué es la ira? ¿Dónde la sientes? ¿Y la tristeza? ¿En qué lugar del cuerpo la situarías?
Desarrollar una conciencia clara contribuye a que tus estados mentales viajen deprisa, como a menudo lo hacen las nubes.
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