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Terapias combinadas para una Vida Plena
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«Lo que sea que venga, déjalo venir,

lo que se queda, deja que se quede,

lo que se va, déjalo ir». Amit Ray


Para que ocurra algo distinto...

  • hemos de renunciar a algunas cosas.

  • hemos de abrazar el cambio para sorprendernos y aprender.

  • hemos de desligarnos de aquello repetitivo que no nos deja crecer.

  • hemos de soltar el pasado como un acto de libertad. Eso no significa ignorarlo, de nada sirve hacerlo si se va a repetir aquello que impide crecer.

  • hemos de aceptar que hay cosas que no podemos controlar, por lo que es mejor dejar que se vayan y no aferrase a ellas.

  • etc.


Desligarse, separarse, desapegarse, no aferrarse, soltar, etc. es la puerta para poder florecer. Sin olvidar, sostenerse, cuidarse, centrarse, amarse , etc. Sin el equilibrio, no es posible la aceptación.


Lo que sea que venga, déjalo venir
Aceptación

– Pero, ¿tú me amas? – Preguntó Alicia.


– ¡No, no te amo! – Respondió el Conejo Blanco.


Alicia arrugó la frente y comenzó a frotarse las manos, como hacía siempre cuando se sentía herida.


– ¿Lo ves? – Dijo el Conejo Blanco.


Ahora te estarás preguntando qué has hecho mal, para que no consiga quererte al menos un poco, qué te hace tan imperfecta, fragmentada.


Es por eso que no puedo amarte.


Porque habrá días en los cuales estaré cansado, enojado, con la cabeza en las nubes y te lastimaré.


Cada día pisoteamos los sentimientos por aburrimiento, descuidos e incomprensiones.

Pero si no te amas al menos un poco, si no creas una coraza de pura alegría alrededor de tu corazón, mis débiles dardos se harán letales y te destruirán.


La primera vez que te vi hice un pacto conmigo mismo: «evitaré amarte hasta que no hayas aprendido a amarte a ti misma ».


Por eso Alicia no, no te amo.


Extracto del libro Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll.


*******************


Desde la psicología, el amor propio se ha conceptualizado científicamente como autoestima. Hace referencia a la valoración o estima que una persona tiene de sí misma.


El amor propio nos protege de no sentirnos lastimados ante cualquier situación.


Cuando nos gustamos más, cuando nuestra opinión sobre nosotros mismos aumenta, dejamos de intentar la validación y la atención de otras personas. El amor propio nos avisa cuando es momento de retirarnos de una relación. Nos enseña a poner límites cada vez que sea necesario. Nos responsabiliza de aquello que concierne a nosotros y dejamos la responsabilidad al otro cuando le corresponda. Y además, entre otros muchos aspectos, genera empatía, aceptación y comprensión hacia nuestra persona y por ende hacia los demás.


Poder recuperar la estabilidad emocional, aumentar la autoestima, amar y dejarse amar son algunos de los objetivos en terapia y la base para tu bienestar.


Amor propio
Amor propio

La estadística muestra cada vez con más claridad cómo cambian los tiempos: una de cada cien personas está envuelta en una relación tóxica.


Relaciones tóxicas
¿Estás en una relación tóxica?

Hay muchas características que describen a las relaciones tóxicas. Una de ellas es que en un vínculo tóxico siempre hay alguien que quiere tener la última palabra (lo has hecho bien, pero es demasiado tarde), es egocéntrica, habla continuamente y en exceso de sí misma y, cómo no, es el centro de atención. Otro rasgo llamativo es que para dichas personas siempre es el otro el responsable y el culpable de todo. Jamás reconocen que se hayan excedido, y si alguna vez lo hacen es porque el otro (tú) tienes la habilidad de potenciar lo peor de ellos.


En una relación tóxica siempre existe un tono constante de crítica y de tensión. Las toxicidad provoca incluso la duda: esos reproches de la otra parte, esos malos tonos, ¿no serán con razón? La manipulación psicológica y afectiva hace que creas que no son ellas las que se comportan así contigo, sino que eres tú quien lo ha entendido mal.

La posición de víctima también es habitual que emerja en una relación tóxica. Ser víctima facilita evitar cualquier asomo de responsabilidad y cualquier análisis crítico de nuestros actos. Aunque pueden llegan a decir algo negativo sobre sí mismas, las personas que se victimizan esperan que reacciones con lástima; en definitiva, le dan la vuelta a su discurso y al final consiguen darte pena.


Otras frases que a menudo les escucharás decir son «así son las cosas», «no puedo hacer nada; soy así (y punto)». Las sueltan sin más, para evitar cualquier cambio, cualquier disculpa, cualquier posibilidad de tender puentes. Detrás de estas frases, que actúan como escudos, detrás de estas excusas, se esconden personas envidiosas, una envidia que las devora por dentro. Son unas meteculpas, especialistas en hurgar en la herida, y profundamente dependientes.

En una relación tóxica la otra parte busca la mejor manera de hacerte sentir mal, de manipularte emocionalmente y dejarte desencajado. Funciona como una máquina de destrucción. Poco a poco, torturándote como si de una gota malaya se tratara, te va llevando a su terreno y acabas siendo una presa perfecta de su sadismo.

De todos modos, al lado de una persona que actúa así hay otra que permite ese trato, de ahí la toxicidad de la relación. Si sabes que estás junto a alguien que no te trata bien y no puedes (quieres) dejarla —salir de este círculo tan dañino no resulta sencillo—, quizás te tendrías que preguntar: ¿cuáles son los motivos que me han llevado a escoger a esta persona, este tipo de vínculo, de relación, y no otro? ¿Qué es lo que me impide dejarla? ¿Por qué razón inicio (y mantengo) este tipo de relaciones altamente perjudiciales?

Decir no al miedo es el primer paso. El segundo tienes que darlo tú.

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