top of page
Terapias combinadas para una Vida Plena
Buscar

La meditación es la práctica de la atención consciente con todo lo complicado que conlleva esa atención. La atención ha de ir dirigida a nuestra respiración, a nuestra postura y a observar nuestro cuerpo. Estar en una atención consciente es no hacer predicciones, ni juicios ni proyecciones constantes que nos alejan de la Vida y de este preciso momento.


Experimenta estar presente de verdad y a escuchar de verdad. No aquello que piensas, no aquello que te atraviesa, no aquello que te molesta, no aquello que te pica, sino a estar en silencio, a callarte y a no moverte.

Rosa roja en jarrón de vidrio sobre mesa
Atención consciente

Sentarte en silencio y callar es un gesto y una forma distinta de estar en el mundo, contigo y con el resto. En za-zen deja de lado todas las actividades, físicas y mentales, y experimenta la intimidad con la Vida. Crea tus condiciones propicias para renunciar al estricto y esclavo control de tu mapa mental y ábrete a la posibilidad de percibir las cosas tal y como son.


Cuando estés en el simple acto de quedarte quieto podrás entregarte a la práctica. Estoy en el gesto de estar sentada y de descubrirme desde otro lugar. ¡No hay capacidad de mantener la atención! Vivimos en lo instantáneo, pendientes de lo de fuera y de que se produzcan las cosas. ¡YA!


Vivimos en la mente y hemos dejado de vivir en el cuerpo que somos, un cuerpo que muchas veces sólo experimentamos para mostrarlo como un elemento de seducción, de aprobación, de admiración, pero que no habitamos. Hemos de aprender a habitar nuestro cuerpo y recuperar la mirada profunda e interior, para dejar de ser esclavos del reconocimiento externo y la aprobación propia. Hemos de atrevernos a vivir la experiencia de cada sentada y arriesgarnos a sentir, a estar presentes y a descubrir la verdadera naturaleza de la meditación.

Una persona se dice desinhibida y libre porque habla sin tapujos ni vergüenza de su actividad sexual, frente a familiares, amigos y ante un público incluso más amplio (aunque para esto a veces tenga que ir un poco colocada). Cuenta si le gusta arriba o abajo, por delante o por detrás, con una sola persona o con varias, y así repasa todo un florido repertorio de supuestas hazañas eróticas. Hasta que la conversación toma un giro diferente y entonces esa misma persona se encuentra enmudecida: de pronto, ahora se habla de dinero. Nadie, ni sus familiares, ni sus amigas ni el público más amplio, ni bajo los efectos de ninguna sustancia que altere su conciencia, consigue que diga cuánto gana, en qué lo gasta, dónde lo guarda si es que puede guardar. La represión se puede esconder detrás de diferentes máscaras, por muy liberal que alguien parezca. La represión, que en tiempos de Freud recaía sobre todo en la sexualidad genital, ha cambiado de casa en nuestros tiempos. Lo reprimido vive ahora en torno al dinero, con permiso, claro está, de los afectos, que —ellos también— habitan bajo el mismo manto de silencio.


Billetes de euros de diferentes valores
Lo reprimido vive ahora en torno al dinero


Un bote con medicamentos
El negocio del pastilleo

Una pareja acude a la escuela donde su hijo cursa los primeros años de aprendizaje reglado, a petición de la directora. Se reúnen con ella, con la maestra y con la psicóloga: resulta que el chico «no para quieto», no atiende en clase, parece distraído o aburrido con lo que se enseña, molesta a sus compañeros y sólo parece a gusto en los tiempos de recreo, cuando con frecuencia hace dos o tres actividades a la vez. La pareja admite que en casa el chico también «es muy movido», hasta el punto de que a veces, mientras hace los deberes, con un pie está jugando con la pelota y con una mano libre juguetea con cualquier objeto pequeño. La psicóloga, después de algunas pruebas protocolarias, sugiere que el chico tiene un Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), y recomienda a los padres que visiten a un psiquiatra, porque con medicación el trastorno del chico puede remitir. El negocio del pastilleo ya no es exclusivo de las discotecas más hardcore: ahora sirve también para tranquilizar. ¿A los niños? No, sobre todo a maestros, directores, psicólogos y, cómo no, a padres y madres con pocas ganas de hacerse responsables de cómo educan a sus hijos. Porque, si mi hije está trastornade, ¿qué culpa tenemos nosotres? Y aquí acude la farmacopea en auxilio de la desresponsabilización.

Suscríbete a nuestro blog

¡Gracias!

  • Youtube
  • Whatsapp
  • Icono negro LinkedIn
  • Instagram

             Psicoterapeutas | Psicoanalistas | Terapeutas integrales

  Psicóloga en Barcelona 

© 2025  Vida Plena |

bottom of page