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Terapias combinadas para una Vida Plena
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En una ruptura de pareja hay un antes y un después en la vida de cada integrante. Por ello es necesario atravesar el duelo, de la misma forma que ocurre tras la pérdida de un ser querido.


El duelo no es un protocolo, no tiene pasos ni tiempos. Se lleva como cada persona puede. Es único, conlleva para cada uno un sabor y un color individuales. A la vez, es un proceso universal que posee características y vivencias parecidas de unas personas a otras.


Algunas claves para superar, poco a poco, una ruptura de pareja, son:

  • Sentir y vivir cada una de las emociones que el duelo trae consigo: tristeza, nostalgia, malestar, ansiedad, ira, miedo, frustración...

  • Elaborar el duelo.

  • Cuestionar la relación.

  • Evitar tomar decisiones precipitadas para huir del malestar actual.

  • Integrar la realidad de la pérdida.

  • Saber desprenderse y soltar lo que ya no es.

  • Aprender a vivir de nuevo.

  • Aceptar, poco a poco, el final y caminar un nuevo comienzo.

  • Alimentar tu alma.

  • Agradecer también lo que no fue.

  • Reconocer que se puede mejorar cuando ciertas personas salieron de tu vida.

  • Transformarse.

El duelo se erige como una oportunidad que brinda experiencia, por lo que debes darte el tiempo necesario para levantar los pies del suelo y sentir que puedes volver a volar.


Confía. Si no puedes solo, pide ayuda. Hacerlo es un acto de valentía y sabiduría.


Y no olvides: la ruptura no deja de ser un poco de tiempo que te brindas y que te proporciona la vida para aprender a amar una vez más.


Pareja
Qué hacer tras una ruptura de pareja


Cuando no puedas controlar lo que está pasando, observa la forma en la que respondes a ello.


Cuando te enojes haz una pausa.


Cuando te canses haz una pausa.


Cuando notes que vas acelerado, elige el silencio y la observación.


Empieza a observar, a mirar y a sentir más allá de tu propio ombligo.


Si no cambias, todo se repite.


Rueda de hámster
Si no cambias, todo se repite



Hemos de aprender a simplificar, a soltar la maraña de pensamientos que nos atrapa y fluir en la quietud de cada sentada.


Cuando te sientas a meditar, siéntate. Así de simple. Como el río que fluye sin esfuerzo, deja que tu mente se aquiete y tu corazón respire. Haz de ello un ritual, un regreso al silencio que siempre ha estado dentro de ti.


La respuesta no se encuentra afuera; florece en tu interior. Permite que emerja como una hoja en el agua, ligera y sin prisa. Acógela sin intentar moldearla, sin controlar su curso. Vívela, obsérvala, sé testigo.


Escucha lo que surge: pensamientos, emociones, recuerdos. Cada uno tiene su lugar, cada uno pasa como nubes en el cielo. Sin juicio, sin aferrarte, solo observa.


En ese espacio de espera y de no-hacer, lo adecuado surge por sí mismo. Como el amanecer que rompe la noche o la brisa que mueve suavemente los árboles, la vida revela su ritmo y su sabiduría cuando aprendemos a estar presentes.



Fluir en la quietud
Fluir en la quietud

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